. . . . . .

jueves, 8 de septiembre de 2011

No soy un Teletubbie amarillo!!!!

Lo contemplé desafiante, y luego dirigí mi mirada hacia aquella casaza de la cual solo se veían los muros. Crucé la carretera y me cobijé bajo el tejadillo que había sobre el portal de la misma, y llamé al timbre. Abrió la criada. Me condujo amablemente hacia la puerta de entrada, dejando el portalón semiabierto.

La muchacha de la limpieza no tendría más de veintitantos años, dudo mucho que sobrepasara los veinticinco, tenía la cara redonda y el cabello moreno y liso, tan liso que daban ganas de tocarlo. La anoréxica madre de Carol entró en el salón andando raro, para variar, y por supuesto llevaba sus taconazos puestos, es decir, ¿Quién anda por su casa con tacones?. La familia de Carolina no es normal.

Fanny se acercó a mí. En aquel momento enfurecí, estaba hablando por el móvil. Si tenía otro móvil ¿para qué diantres me manda a mí llevarle su Blackberry? Pensamientos malévolos pasearon por mi mente en aquellos segundos, pero debían ir en moto porque cuando ella me hizo un gesto como diciendo “Dame eso” y luego otro así como “Largo” me quedé muda. La criada me volvió a llevar amablemente hasta el portalón de la salida.

-         ¿No me digas que no tienes paraguas?.- me preguntó alegre la muchacha.
-         Pues no.- y enrojecí.
-         Wow.- exclamó.-¿ Y viniste sin paraguas?
-         Si, pero mi casa no queda lejos.- mentí.
-         Bueno, pero está lloviendo a cántaros.- se quedó pensativa.- Espera.

La joven se volvió a introducir en aquella mansión , y mientras, yo, aguardando allí y maldiciendo a la humanidad.

De repente apareció con una caja de cartón pequeña. Me la dio, era un chuvasquero de plástico. Era cutre, pero por lo menos no me mojaría mucho más.
  
-         Gracias.- dije en voz baja y sonriendo como una tonta.
-         De nada.- contestó imitándome.

Cerró el portal y comencé a quitar el embalaje del chuvasquero. Empezamos bien, era amarillo, amarillo huevo, como decía Carol. Me puse el plástico encima de mi ropa, la cual estaba húmeda y me dispuse a volver a andar un largo trecho

-         Ram pa pa pam Ram pa pa pan Ram pa pa pan man down…- comencé a tararear esa canción de la cuál me había enamorado los últimos días, y para mi sorpresa…

 …el chapóptero regresó de la nada y ya lo tenía otra vez a mi lado tapándome con el paraguas.

-         Chapóptero idiota.- susurré, cerciorándome de que no me oyese.
-         Oye, ¡¿Qué rápido saliste, no?!
-         ¿Me estabas esperando?
-         No, bueno, si .- y rió.
-         Jajajaja.- lo imité en silencio.- y por encima acosador.
-         Oye teletubbie
-         ¿Qué?.- pregunté tensa (ya me estaba poniendo nerviosa con tanto “¡Oye!¡Oye!” y lo de Teletubbie ya me sacó de quicio…)
-         Como no voy a llevarte a casa, por algunas razones como que no sé donde vives, no quiero parecer un acosador y la más importante, que no ando por la calle con teletubbies amarillos.- y se rió de su propio chiste.- te voy a dar algo de dinero y te pillas un taxi, ¿Ok?.- y sacó del bolsillo de su chaqueta unas monedas.
-         Bien, adiós.- dije cortante.- ya te lo devolveré.
-         Está bien, ¡¡no te mojes!!.- exclamó burlándose.

Aguardé a que se alejara unos metros para gritarle :

      - Jojojojo, y no soy un teletubbie amarillo,soy Laa-Laa ,¡¡ idiota!!

martes, 23 de agosto de 2011

Y se hizo la lluvia

Con el mal tiempo que hacía... y yo, allí, empapándome, por culpa de la pija aquella... ajj, como la odiaba.

Media hora antes:

Ringg
- Hola.- saludé.
- Hola linda.- contestó una voz repipi.
- Perdona... ¿eres?...
- Fanny.- contestó. La madre de Carol siempre dando la lata.
-Ahah.- dije.- ¿y que querías?
-Es que me dejé el móvil en tu casa, Mariale.- respondió.- y quería saber si me lo podías traer porque como sabes no puedo conducir y me urge.
- Ejem, no soy Mariale, soy la hija.- dije.- y...(no me dejó terminar la frase)
- Ajá, pues díselo a tu mamá y que venga rápido.- Y colgó.

Que desgracia, mi madre trabajando, y obvio que no la iba a llamar con el montón de trabajo que ella tenía. Cogí el block de notas y escribí "he ido a llevarle el móvil a Fanny". Suponía que no iba a tardar más de 35 minutos en llegar y volver de casa de Carol, pero por si acaso... Coloqué el post-it sobre la superficie de la nevera y lo fijé con un imán azul.

Salí de casa. El cielo estaba nublándose, pero no sabía donde tenía el paraguas y confiaba en que no llovería... inocente...

Media hora más tarde.

Ya había pasado bastante tiempo desde que había salido de casa. La lluvia me había cogido por sorpresa, y la calle estaba llena de agua. Y yo sin paraguas. Aguardé debajo de la entrada de un negocio que había cerrado recientemente. No sabía que hacer. Maldije a aquella tipa todo lo que pude. Estaba a mitad de camino. Si iba a mi casa me mojaría y si seguía hacia la casa de Carol me mojaría igualmente. Lo que estaba claro es que no podía mantenerme allí hasta que escampase, pues el cielo estaba negro y no me apetecía que me cogiese la tormenta.

Salí de allí y comencé a andar por la calle. Me puse la capucha de la chaqueta y el agua empezó a mojar toda mi ropa. Seguía andando, y el agua mojándome... no me apetecía correr. Me agotaría y me mojaría de todas formas, además no tenía ganas ni energía para hacerlo. Comencé a llorar. No sabía por que pero de mis ojos brotaban lágrimas, yo no tenía que estar allí, me sentía frustrada, triste, rota... o algo así. Cuando llegase a casa iba a llevar una bronca de mi madre, y seguramente cogería catarro o algo así.

No me dí cuenta de cuando había llegado pero lo tenía al lado. El chico alto, de gafas negras, y libros en mano... el chapóptero... Aguantaba un paraguas con su mano izquierda para que yo no me mojase. No le conocía de mucho, solo un poco. No venía en nuestro instituto pero le daba clases particulares de matemáticas a Carol, hasta que el padre de esta se fue de viaje y ahí se descontroló todo.

- Hola, ¿Se puede saber a donde vas con este tiempo?.- preguntó.
- A casa de Carol
- Ah, de aquella chica.- y sonrió.- ¿Y se puede saber porqué?
- No.
- ¿Pero no tienes móvil?.- dijo como burlándose de mi penosa situación.
- Siiii.- y le enseñé aquel aparato rosa.- pero no es mío.
- Pero da igual, podrías llamar a un taxi.- dijo mientras echaba una ojeada al cielo.
- NO.- contesté frustrada. Tras unos segundos continué con mi respuesta.- además, está bloqueado con clave.

Emitió una sonora carcajada... pero retomó la compostura segundos después.

- Ahí tienes la casa. ¿Te espero o me voy?.
- Vete.- respondí bruscamente.

lunes, 22 de agosto de 2011

- La visita de la pija

-Bep bep bep. Hola!!! Soy Carolina, en este momento no te puedo atender, pero puedes dejarme un mensaje y ya te contestaré si me da la gana. Chao.

Estúpida...- grité tirando el móvil al suelo.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

Una estúpida tarde de domingo como cualquier otra, llovía, pero no llovía a mares, llovía a océanos (por así decirlo). Y la pregunta es ¿Qué hace una estúpida chica en una estúpida tarde de domingo debajo de semejante tromba de agua? Sencillo, muy sencillo:

  El día anterior a eso de las seis de la tarde

El Sol brillaba en el cielo, al contrario de lo que había predicho el Telediario. Mi madre regaba las plantas del invernadero, y yo la observaba desde mi habitación mientras tomaba el fresco. Mi madre es una persona extraña. Le gusta el calor, el bochorno, las altas temperaturas y los jerseis de lana, pero sin embargo, no le gusta el Sol. Es una de esas personas que dice que ponerse al Sol es malo.Por qué? Porque  "Puedes coger una insolación" (lo que quiere decir: como te pongas al sol te vas a quemar, vas a coger cáncer y te puedes morir). Y ahí se acabó lo de tomar el Sol en la playa estando ella delante.

De repente, asomó entre los árboles una persona extravagante de cara estrecha y con unos tacones espectaculares que se hundían en el césped a cada paso que daba. La persona en cuestión era fácilmente reconocible. La madre de Carol. Con tales pintas no me extrañaba ya que su hija se hubiese fugado.

  - Marialeeee.- dijo con su voz extravagante.- ¿Cooomo te va la vida mujeeer?
  - Deberías comprarte unas de estas.- contestó mi madre señalando sus zapatos, unas botas verdes de jardinero.
  - Ayshh, pues cooomo que nooo, pero te venía a decir una cooosa.- le adelantó.
  - Pues siéntate allí que ya voy.

Mi madre llegó corriendo a mi habitación y me dijo algo como "¿La viste?". Luego caminó hacia la cocina y yo la seguí. Se dispuso a preparar un café para ella y otro para la invitada, mientras bromeaba sobre la peculiar manera de andar de la misma. 
-          Me voy allí, trae tú los caf´és.- me ordenó mientras se secaba las manos con un trapo y se abalanzaba como loca escalera abajo.

Tomé una bandeja del aparador y coloqué sobre ella dos platitos sobre los que reposaban dos  pocillos de porcelana que eran parte de la “vajilla buena” que le habían regalado a mi madre por su boda. Abrí el cajón de los cubiertos y descubrí que estaba vacío... era imposible que no hubiese un solo cubierto limpio, en efecto, mi hermano no había lavado la loza. Recuperé dos cucharillas del fregadero y tomé el estropajo para lavarla. Miré a través de la ventana. Mi madre ya había sacado tema de conversación, era especialista en ello.

Rellené las tacitas con café y bajé las escaleras lentamente con la bandeja en una mano y el acucarero en otra tratando de no caerme. Salí por la puerta trasera y me acerqué a la mesa. Luego, mejor no recordar lo que pasó luego.


sábado, 20 de agosto de 2011

Carolina, te odio.

 Abrí la puerta, y como siempre que alguien entraba en clase, el ruido cesó, y tras unos segundos de impoluto silencio, comenzaron todos a hablar de nuevo. Era extraño, pero todos estaban charlando de lo mismo de lo mismo, de Carolina. Me dirigí hacia mi sitio, y sentí que Ana me seguía con la mirada. Nada más sentarme (ytal y como esperaba) movió su silla y la colocó a mi lado.

La cotilla de la clase, era obvio que Ana quería sacar información de cualquier lado, estaba ansiosa, era como una paparazzi sedienta de noticias, en resumen, daba miedo.

-         Hey, ¿que tal?.- me saludó.

-         Bien.- contesté tratando de ser lo más borde posible.

-         Así que Carolina está latando*.- dijo para introducirse en el tema.

-         Pues parece que si.-contesté.

-         Bueno, pues tú debes de saber algo de eso, eres su amiga.- Zas,  había lanzado la flecha a una velocidad aterradora, ya estaba sacando su horrible personalidad a flote.

-         ¿Qué pasa cuervo? ¿Andas en busca de carroña?.- pregunté muy acertadamente.

-         Que desagradable eres.- contestó poniendo cara despectiva. Y se fue.

No solía ser así de cortante con Ana. Era una cotilla, todo el mundo la odiaba, y yo parecía la única tonta que no la insultaba, quizás porque no tenía demasiado carácter para mandarla a paseo. Lo cierto es que ese día estaba demasiado cabreada como para dejarle hurgar en mi vida.

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 

Llegué a casa deshecha, no me apetecía hacer nada, aunque no era algo extraño, todos los viernes por la tarde tenía esa sensación. Buaj, tener clase por la tarde los viernes, era como solían decir todos, una “putada”. ¿A quién demonios se le ocurre fastidiarte la tarde del viernes? ¿La respuesta? A los profesores.

Ya hacía un día que Carolina no aparecía por el instituto. Sus padres parecían poco preocupados, y excusaban su actuación indiferente diciendo que “ya lo había hecho otras veces” y que “ya volverá”. Tengo que decir que realmente no me importaba Carolina, seguramente estaría en casa de alguna amiga o de su prima, como la última vez, lo que realmente me hacía sentirme mal es que: primero, me hubiese engañado; segundo, no me hubiese llamado; y tercero, que el instituto era un hervidero de rumores… Que si Carol se ha fugado con su novio, que si la han secuestrado, que si anda metida en drogas… no la conocían para nada.

Miré de nuevo el móvil. No me había llamado. Yo tampoco debía llamarla a ella. Le había mandado como veinte mensajes rogándole que me contestase y ni caso. En esos momentos la odiaba. Cogí otra vez el celular y busqué de nuevo su número en la agenda, juré que sería  la última vez, y que si no me cogía ya no la volvería a llamar. Ahí estaba. Carolina. Botón derecho. Llamar.


*latar: hacer pellas

viernes, 19 de agosto de 2011

El origen del principio



Y allí estaba yo, en el despacho de la dire, sentada en aquel sillón extravagante de terciopelo verde, aguardando por la llegada de aquella señora rellenita que olía a antiguo. Sobre la mesa había muchas piezas pequeñas de madera talladas: 4 buhos de diferentes tamaños y  3 elefantes  que no sobrepasaban la altura de un lapiz.

 Me percaté de que sobre otro sillón más alejado yacía inmóvil un hombre ataviado con ropas de policía. Tenía las cejas pobladas y el cabello blanco, la camisa ligeramente amarillenta y las gafas de pasta plateada que descansaban sobre su nariz aguileña. En una de sus manos sostenía un cuaderno y en el otro un lapiz, tenía los ojos un poco abiertos, aunque juraría que estaba durmiendo.

Me pregunté como alguien podría dormirse en ese lugar tan extraño, el despacho de una directora, olía a viejo y se veía viejo. En la pared blanca colgados estaban bastantes diplomas en los que figuraba el nombre de la directora, que, aunque gozaba de avanzada edad, disfrutaba entre todo aquel revuelo de muchachuelos con las hormonas revolucionadas.

El sonido del picaporte abriéndose a mis espaldas hizo que me quedase inmóvil, no había estado nunca en aquel despacho, bueno, en realidad si, pero nunca había accedido a ese recinto, para mí totalmente prohibido, sino para hacer algunas preguntas acerca de la matrícula o para dar parte de algún desperfecto en el aula.

Entre mis absurdos pensamientos, la directora ya se había situado detras de su mesa, en un sillón como en el que yo me encontraba, pero más ancho y con varias ondulaciones y decorados en aquella madera oscura que concordaba totalmente con el aspecto de la sala.

-          A ver.- dijo con aquella voz potente pero a la vez suave.- te voy a hacer unas preguntas, y este señor de aquí.- miró hacia el policía que seguía durmiendo.-¡¡¡Félix!!!.- gritó. El hombre se despertó de golpe y abrió los ojos como platos.

-          Ese señor de allí va a apuntar algunas cosas.- declaró antes de comenzar con el interrogatorio.

-          Bien, así que tu eres amiga de Carolina, ¿verdad?.

-          Sí.- contesté con un hilillo de voz casi inaudible.

-          De acuerdo.- suspiró. Desvié la vista hacia el policía, seguía de pie y tenso, como si aún no se hubiera recuperado del susto..- Entonces, ¿tú sabías que tenía pensado salir del colegio en horario escolar? Tienes que saber que eso es una falta grave, ya que solo se puede salir del instituto con ciertos permisos, y dicha falta a esas clases sin que los padres lo sepan puede recaer sobre el expediente.

-          Ehhh... ella me había dicho que se iba a ir antes de clase de plástica porque se había puesto enferma, y que iba a llamar a su madre.

-          Pero no lo hizo.

-          No sé, porque yo tenía que ir a hablar con el profesor de Gimnasia y cuando le pregunté si venía conmigo me dijo que no, que iba a telefonear a su madre, luego, sonó el timbre, volví a clase y ella ya no estaba.Los profesores me preguntaron si sabía algo de ella y yo les dije que se encontraba mal y que se había ido a casa.

-          ¿Entonces tú no la viste salir del centro?.- preguntó, mientras el policía tomaba notas.

-          No, no la vi, ella me dijo eso y cuando fui a junto la ventanilla del conserje ya no estaba allí, ni estaba en la salita de espera, y no vi a su madre tampoco, por lo que supuse que ya se habría ido a casa.

-          ¿Y entonces que pasó?

-          La profesora de tecnología me llamó y me preguntó que porque se había ido y otras cosas así, y luego ella fue a hablar con el conserje.

-          ¿Y que le dijo el conserje?

-          Pues que en el recreo  había cerrrado la conserjería porque tuvo que ir a ayudar a colocar los subministros de folios, libros, y material escolar que había llegado esta mañana. Por lo tanto, nadie pudo llamar por teléfono en ese recreo.

-          Exacto, ¿y que más?

-          Bueno, luego llamaron al padre de Carol al trabajo y el dijo que no había nadie en casa  y que nadie le había llamado al movil ni a el ni a su mujer...

-          Vale, pues ya está, puedes volver a clase...- dijo para concluir el interrogatorio.

Cuando salí del despacho de la directora y comenzé a caminar por los silenciosos pasillos del instituto rumbo a mi clase, estaba triste. Quizás porque la ausencia de Carol me impacientaba, y estaba furiosa porque me hubiera tendido una trampa; o quizás porque el olor a viejo ya se había instaurado en mis pulmones y afectado de alguna manera al cerebro. A medida que me acercaba a mi clase, la última al fondo, comenzaba el barullo, todos debían de estar muy nerviosos, que pasase algo de esto en un instituto tan tranquilo era novedad. Antes de entrar suspiré, y lo único que pudo pasar por mi mente fue  “Te has metido en un buen lío, Carolina”